
Hace unos días, les pregunté a Pablo y a Jorge que querían ser de mayores. Pablo dijo que quería construir casas, porque valen muchos euros y así ganaría mucho dinero. Jorge dijo que él quería ser sexy. Cuando le pregunté qué era eso, me respondió que «ser un cachas«. Me quedé más fría que el día que Pablo con 4 añitos vino de repente, me abrazó y me soltó: «Te echaré mucho de menos cuando estés muerta». A ver, que es verdad que yo veo ciertos programas en Divinity de constructores sexis, pero espero que esto no tenga nada que ver con los planes de futuro de mis hijos.
Si hay algo que siempre he querido como madre es que aprendan a bajar la tapa del WC ayudar a mis hijos a ser todo lo que puedan ser, y a descubrir a qué se quieren dedicar. Tan fácil y tan complicado al mismo tiempo. Viendo sus respuestas, creo que no voy por buen camino.
Vivimos en una sociedad que mide el éxito por el dinero, por el aspecto físico, o por el estatus. Hay que ser médico, arquitecto, abogado,… Estas son las profesiones de las que uno se siente orgulloso. Vivimos en una sociedad con un sistema educativo que desde los 6 años te dice que tienes un suficiente, notable o insuficiente en inglés o matemáticas, pero que no te ayuda nada a descubrir qué quieres hacer en tu vida, qué te llena y cómo puedes aportar algo en los años que tienes por delante.
Pues lo siento, pero no estoy de acuerdo. Hace unos años leía un artículo (creo que en el suplemento de «El País») que hablaba de una señora que se dedicaba a limpiar baños en EE.UU. Y comentaba lo satisfecha y feliz que se sentía haciendo su trabajo, porque sabía que dejando el baño bien limpio, mejoraba la vida diaria de mucha gente. Puede sonar ridículo, ¿quién sueña con dedicarse a la limpieza de baños? Pues yo lo entiendo. Y esta idea es la que yo les quiero transmitir a mis hijos.
Creo que todos nacemos para ocupar nuestro lugar en el mundo, y que cuando lo descubrimos, nos hace sentirnos plenos. Independientemente del sueldo, del estatus social, de los estudios,… Todos los trabajos son igual de importantes y relevantes. Todos aportamos algo, todos mejoramos el mundo si hacemos nuestro trabajo lo mejor que podemos/sabemos. Nos veo un poco como pequeñas células haciendo su pequeña función dentro del cuerpo. Y cuando digo «pequeña» no quiero decir poco importante. Solo que somos un conjunto, y cada uno aporta su parte. Una parte que contribuye y que mejora, por pequeña que sea. Para cambiar el mundo no hace falta tener un gran poder. Basta con cambiarte a ti mismo. Basta con intentar ser lo mejor que puedas ser en tu área de influencia: con tu familia, en tu trabajo, con la gente que habitualmente te rodea.
A mi alrededor poca gente comparte esta idea o la entiende. Pero de verdad me da igual que Jorge y Pablo vayan a la Universidad o a Formación Profesional, o que dejen de estudiar al acabar la Educación Obligatoria. Me da igual que sean camareros, basureros, bomberos, fontaneros, pianistas, profesores, cocineros, administrativos, políticos, periodistas, amos de casa, inspectores de tampones o personal de limpieza. Con tal de que ellos sientan que lo que hacen tiene sentido, y que les llene. Que sean capaces de ver la grandeza de hacer bien las pequeñas cosas. Aunque eso no tenga premio, sueldo alto, o nota.
Qué ganas tengo de que acabe este curso y que todos los lápices que veamos por casa sean estos de helado…
Y tú dirás: ¿y qué he hecho yo para merecer esto? Si yo solo venía a ver la receta de helado. Tranquilo, que ya vamos al grano. Hace unos días Iñaki publicó una de las recetas que más me gustan de mi libro «Polos y helados». Y ya que estaba publicada en Internet, me decidí a recogerla yo también en el blog, que al fin y al cabo es donde debe estar.
En ese libro además de recetas clásicas, como helado de vainilla, fresa o chocolate, también intento emular algunos de los helados y polos míticos de mi infancia: el Mikolápiz, el Drácula, el Twister, los Minimilk… y el que os traigo hoy es justamente una versión casera del helado Mikolápiz, y que es uno de los favoritos de Pablo y Jorge (o «futuro constructor» y «futuro sexy», como les queráis llamar).
Si tenéis el libro, veréis que he variado la receta del helado de vainilla que usaba en esta receta… es que ahora me gusta más esta otra.
{Helado lápiz}
Preparación: 15 minutos
Cocción: 10 min + tiempo de mantecado y congelación
Raciones: 8 helados
Ingredientes
- 100 g de chocolate negro de cobertura
- pajitas de plástico (de las de beber)
- 3 yemas de huevo
- 250 ml de leche
- 250 ml de nata para montar
- 150 g de azúcar
- 1 vaina de vainilla
- molde de push up pop
- washi tape (opcional)
- Comenzamos preparando la crema base para el helado. Ponemos en un cazo la leche con la vainilla, la nata y el azúcar. Aparte, batimos muy bien las 3 yemas de huevo. Cuando la mezcla de leche y nata hierva, apartamos del fuego. Retiramos la vaina de vainilla, hacemos un corte longitudinal, y raspamos las semillas de su interior para dejarlas caer sobre la mezcla. Vertemos la mezcla caliente sobre las yemas, poco a poco y sin parar de remover para que no cuaje, y se atemperen las yemas. Volvemos a llevar la mezcla al fuego, y removemos sin cesar hasta que espese ligeramente (cubre el dorso de una cuchara, y al pasar el dedo queda la marca). Dejamos enfriar, y guardamos la mezcla en un recipiente hermético en el frigorífico hasta el día siguiente.
- Seguimos preparando las minas de chocolate. Troceamos y fundimos el chocolate, y lo introducimos en un manga pastelera. Cortamos un poquito la punta, y vamos rellenando las pajitas. Las depositamos sobre una bandeja forrada con papel de hornear, y las llevamos al frigorífico hasta que solidifiquen. Para usarlas, basta con retirar la pajita. La manera más sencilla es empujar con un palo de brocheta por un extremo para hacer que la barrita de chocolate salga por el otro. También puedes ahorrarte todo esto, y simplemente fundir el chocolate y con una manga pastelera dibujar unas tiras de chocolate sobre papel de hornear.
- Mantecamos el helado en una máquina de helados según las instrucciones del fabricante. Si no tenéis máquina de helado, podéis introducir la mezcla en el congelador, dentro de un recipiente hermético. Durante las 2 o 3 primeras horas de congelación, cada media hora, la sacáis y batís con un tenedor o batidor de varillas.
- Una vez mantecado el helado, rellenamos los moldes de push up pop, e introducimos una «mina» de chocolate en cada uno de ellos. Llevamos al congelador al menos 4 horas, o hasta que vayamos a consumir. A los helados de las fotos les he «sacado punta» con un cuchillo, para que se viese el efecto lápiz.
Para las «minas» de chocolae:
Para el helado de vainilla:
Para la decoración:
Preparación
NOTAS:
- Para rellenar los moldes con facilidad, lo mejor es no colocar el palito, de esta manera se sujetan sobre la base. Ya en el momento de servir se coloca el palito para empujar
- Esta receta está incluida mi libro «Polos y helados».
- Si has preparado esta receta, y quieres enviarme una foto y tus comentarios para que los publique en el blog, por favor hazlo a través de este formulario .
- Puedes seguir las novedades del blog a través de Facebook, o Twitter, o suscribiéndote aquí para recibir las recetas en tu mail
Un gran aplauso! Hoy he ido a visitar un cole para mis niños y me quedó muy claro que este año no van a ir. Que coman helados…
cuanta razón llevas y que maravilla de helados.
besos
Estoy tan de acuerdo contigo. Yo quiero que mi hija sea feliz, estudie lo que estudie, o no estudie, o elija cualquier opción en su vida. Al fin y al cabo, es de lo que se trata, ¿no?
Y los mikolapiz, mis favoritos. ¿En estos también toca premio?
Sandra, unos helados preciosos, pero más bonita aún es la reflexión que nos dejas hoy.
Esta es una receta dos por uno: alimenta el cuerpo y el espíritu!
Besos!
Me ha encantado tu post. Siempre he pensado exactamente lo mismo que tú. Uno se come mucho la cabeza con los niños, pero si alguien me pregunta qué quiero que sean mis hijos cuando sean mayores, lo tengo clarísimo: felices. Y no serán felices por cobrar más, por ser más reconocidos públicamente, por casarse, por no casarse, por tener hijos o por no tenerlos. Serán felices si hacen lo que ellos quieren hacer, si encuentran lo que los motiva y los hace levantarse de la cama cada día cargados de energía y de ganas de vivir.
Por eso, fuera de la escuela, a la que hay que ir y no hay más (aunque yo estoy contenta con la mía!) intento animarlos a hacer de todo, a probar cosas, a decidir qué es lo que tiene sentido para ellos. Y a no rendirse nunca y a creer que se merecen encontrar esa felicidad.
Qué buenos recuerdos de mi infancia! No sé cuántos de estos me habré comido…
Un post precioso, solo queremos que nuestros hijos sean lo mas felices posible.. !! tus helados geniales, que recuerdos me han traído.. besos
Sandra has dado en el clavo. Estoy contigo a pies juntillas. Pol quiere ser basurero. Le encanta barrer y tirar las cosas a las papeleras y claro, ¡imagínate tener el poder de barrer todo el día y vaciar esas papeleras repletas de cosas!.
Te voy a contar una profesión curiosa. Hay un matemático que trabaja en una gran empresa USA aquí en BCN que se dedica a contar gotas de tinta de las impresoras. ¿Qué te parece? Seguro que cuando dijo que quería ser matemático sus padres no imaginaron que contaría gotas de tinta ; )
Un Beso Enorme y esperemos que los futuros pobladores de este mundo encuentren su camino para ser felices y aceptados por ellos mismos.
Ohhhhhh Sandra, cuantos recuerdos al ver tu helado lápiz, nostalgia de los años 80. Nosotras debido a ello hemos elaborado a Frigo Yema evocando al mítico Frigo Pie. Los sabores de la infancia tienen mucha fuerza.
http://dosyemas.com/index.php/semifrio-de-frambuesa
Acabo de leer tu entrada sobre lo que se va a ser de mayor y coincido completamente contigo!!! Me sorprendo discutiendo a menudo con mi sobrina de 22 años que estudia medicina y a la que le parece que cosas como enseñar, estudiar arte o trabajar en temas sociales son cosas para las que se reserva la gente con cociente intelectual bajo o que no valen para estudiar. ¡¡¡Me enferma pensar en un mundo sonde solamente tienen valor las carreras de ciencias y donde no se respeta las profesiones y a las personas que las ejercen y que no tienen que ver con el ámbito universitario.
Lucharemos para abanderar cada vez más que necesitamos a todos y a todas y que es importante cambiar las cosas para hacer realidad un mundo más solidario, justo y respetuoso con las personas. Gracias por tu generosidad compartiendo tus recetas y por estas entradas que también hablan de la vida, como no!!!
Un beso
Qué buenos recuerdos de la infancia! El Mikolápiz, Frigopie, Frigodedo, Drácula…
Que buenísima idea! Es algo nuevo y muy divertido!
me encanta leer tu blog y este post en particular. Me identifico totalmente con tu manera de pensar y gracias por las recetas (y las risas!!!!)
Me gustado tanto que lo he mandado amis amistades.
Los helados los hago seguro! con la reflexión no puedo estar mas de acuerdo ,al 100% !!
Estoy completamente de acuerdo contigo, muy buena la profesión de controlador de tampones^^ no sabía de su existencia.
Tengo que intentar hacer estos helados 🙂 que recuerdos de la infancia.
Tengo un sorteo en el blog, por si estás intersada.
Un saludo.
Que buena pinta los helados!
Estoy muy de acuerdo con tu reflexión. Tenemos que ser auténticos y fieles a nuestra esencia, y tener valor para hacer lo que nos llena 🙂
Excelente post.
Que bonito
Se ven deliciosos.
Saludos
Olguis.
Toda la razón!!!
Por cierto con esta receta me has recordado los veranos de mi infancia. El mikolápiz, que delicia y lo mejor cuando lo acababas y te había tocado otro en la base!!
Un saludo
http://auroricas.blogspot.com.es/
Buenos dias!!! No suelo comentarten los blogs que consulto ( siiiii, esta mal…) Pero he leido esta entrada y me he sentido como si lhubiera escrito to misma!! Soy diplomada en turismo y licenciada en derecho. Desde hace seis anos, soy ama de casa. Nunca pense durante mis anos universitarios que renunciaria a mi profesion, pero lo hice, y vivimos con menos dinero y con mas tranquilidad… Mucha gente de mi entorno no lo entiende, incluso me bronquean por lo que hice. En fin, solo queria que supieras lo feliz que me hace que haya gente en el mundo como tu. Besos desde Punta Umbria.
Perdona la falta de acentos, es por el teclado…