Seleccionar página
Probablemente el chocolate más caro del mundo
Probablemente el chocolate más caro del mundo

El otro día estuve pensando que con esto de la maternidad nos engañan a base de bien. Todo el mundo habla de lo bien que te sientes durante el embarazo. Claro. Es fantástico pesar 14 kilos más y tener un barrigón que no te deja verte la punta de los pies. Todo el mundo te habla de cómo notarás mariposillas cuando el niño se mueve. Mis mariposillas debían de haber digievolucionado. A hipopótamos a la fuga, concretamente, porque me daban unas patadas que me pasé todo el embarazo soñando con llevar dentro un Ronaldo que me retirase. Ay, el embarazo! Nueve maravillosos meses en los que meditar una y otra vez sobre el hecho de que tu cabeza mide 60 cm, el niño va a salir a madre, y la vía de escape claramente no está diseñada para esas magnitudes. Recuerdo como haciéndole unas pruebas a Jorge cuando era recién nacido le medían el diámetro de la cabeza y el médico decía: “No puede ser”. Y luego me la midieron a mí y dijeron: “Ah, pues sí, sí que puede ser”.

Y finalmente, llega el gran día: el parto. Tú preocupada, por si acaso te vas a poner de parto sin enterarte, o si las contracciones te van a pasar desapercibidas. Tranquila, que te enteras. Y ahí estás. Con un montón de gente que no conoces enfrente de ti, mirando como si fuera un televisor una parte de ti que sueles llevar bien guardada, y tú, que eres la prota de la telenovela, sin ver nada… Qué recuerdos más imborrables.

Y después del parto la gente venga a traerte bombones cuando tú con lo que sueñas desde hace 9 meses es con un bocata de chorizo y tomarte unos mojitos…

Te vas a casa con el bebé (tardas más en meterlo y asegurarlo en el coche que si hubierais ido los dos andando por cierto), y la primera vez, piensas: “¿Cómo habrán sido tan irresponsables de dejarme a mí a solas con esto en mis manos?”. La segunda vez ya sabes con certeza que efectivamente son unos irresponsables. Y comienza la alegría de ser madre. Si el niño no duerme y llora todo el rato es un infierno, y si duerme y no llora, te preocupas igual y vas cada 3 segundos a comprobar si sigue respirando. Y encima viene sin horario, el puñetero, que ya podía venir enseñado que se duerme por la noche. Pues no, es cuando a él le gusta estar de juerga. Y tú pruebas todos los trucos para que deje de llorar, y se duerma de una vez, le paseas en el cochecito, le paseas en el coche grande, le pones sobre la barriga, le pones colgando de un pie si hace falta, para que se calle… Sigo sin entender con lo que hemos evolucionado que los bebés no puedan venir con botón de apagado. Te lees el “Dormir sin llorar” y el “Bésame mucho” y los pruebas los dos, porque te da igual la teoría del “cabroncete” o el “blandito”, tú lo que quieres es que se calle el niño y dormir dos horas seguidas por una vez.

Menos mal que llega el relajante momento del baño. El baño donde os bañáis el bebé y tú. No, como en la tele, no. Porque os bañáis los dos pero él está dentro de la bañera y tú fuera aunque estéis los dos igual de mojados. Pero no te preocupes, que está bien que te mojes, porque te va a costar unos añitos volverte a dar una ducha en condiciones. Olvídate de darte dos veces champú, y dejarte el acondicionador 5 minutos mientras que te haces un masaje exfoliante. Las duchas de madre son distintas. Te lavas el pelo con una mano mientras que con la otra te lavas los dientes y sales pitando en dos coma cero segundos sin darte crema, porque oyes tantos gritos fuera que no sabes si están rodando REC 4 en tu casa.

Y el cambio de pañales. Quiero que sepáis que los bebés no lo hacen una vez al día, como las personas de bien. Los bebés deben de alimentarse a base de Activia en el vientre materno, porque he llegado a cambiar hasta 16 pañales en un día. Tú no sabes lo que es una diarrea y lo que son gases de verdad hasta que le quitas el pañal a un niño y de repente hay una explosión verde amarillenta. Lo bueno: el bebé parece contento tras la explosión. Lo malo: la explosión ha afectado a algunos de tus órganos vitales (como el pelo) y a toda tu ropa. Lo peor: hay daños colaterales. Las cortinas, la pared, Perry Mason y todo lo que está a 12 metros a la redonda.

¿Y qué me decís de la lactancia? Tú has visto a Giselle Bundchen dando el pecho, y te lo has creído, ¿a que sí? Pues ja! Dar el pecho es, al principio, un horror. Duele. Hace heridas. Supone ir por la vida como un surtidor, chorreando leche a todas horas, porque no sale solo cuando quieres: también cuando no quieres. Para animarte con la situación, todo el mundo a tu alrededor te informa de que el niño llora porque tiene hambre (a pesar de que está por encima del percentil 90 y les has dado el pecho a tus dos hijos hasta los 15 meses). Y además, que es que eres muy rara por usar eso que sirve para que los hombres se pongan bizcos, o para operárselos, para alimentar a tus hijos. Ni que la naturaleza te los hubiera dado para eso, vamos, como al resto de los mamíferos. Y todo esto con malos pelos y mala cara y con ganas de hacer como Afrodita A y decir: “Pechos fuera” y que coma él solito… Por si esto no fuera suficiente pesadilla, también existen… los sacaleches. ¿Quién inventó los sacaleches? No lo sabemos, pero merece pasar la eternidad pisando legos con los pies descalzos (o bueno, al menos un ratito). Por la publicidad cualquiera sabe que los sacaleches te permiten hacer tu trabajo perfectamente peinada y maquillada mientras te ordeñan cual vaca lechera. El sueño de cualquier mujer. Eres como la vaca que ríe. Pero sin la parte de la risa.

Luego está lo mal que lo pasamos las madres con las pequeñas enfermedades. Por fin entiendes el concepto de «amor de madre». Tú creías que era comerte ya para siempre jamás la parte pocha de los plátanos. Pero no. Eso no es nada. Porque existen los aspiradores nasales. La primera vez que vi uno no me lo podía creer. Vienen sin instrucciones, claro, porque si ves cómo se usa antes, fijo que no venden ni uno. Estuve un rato estudiando el aparatito pensando: no puede ser, no puede ser, NO PUEDE SER. Porque no solo pretenden que engordemos 14 kilos, y salga un niño por un orificio que obviamente no es de su tamaño. Si no que luego pretenden que les aspiremos los mocos…. Con la boca! Pero qué invento es este? Y si me paso de aspiración? Dan cursos de control de aspiración de mocos, o se considera directamente actividad de riesgo? (Aparte de que los niños no se están tan quietos como el de la foto, a ese le han dado drogaína fijo)

Y luego crecen, y llegan sus primeras palabras. Estás deseando que empiecen a hablar para saber qué piensan. Y entonces comienzan las preguntas. Sin fin. Y pasas a otro tipo de embarazos. Cuando dicen, a grito pelao y señalando con el dedo: «Mamá, por qué ese hombre no tiene pelo en la cabeza?» «Mira mamá, ese hombre es negro enterito!» «Mira mamá, ese hombre es igualito que el malo de Star Wars!» Al final, cuando ya tienes experiencia sabes cómo actuar en esas ocasiones. Haces como si no fuera hijo tuyo, y le miras como diciendo: “quién habrá educado a este niño?”

Las Navidades, esos momentos felices en familia donde los haya. La mañana de Reyes, mientras que tú intentas montar los juguetes, y los niños aburridos se ponen a ver la tele. !Ah, qué de recuerdos! Todavía tenemos juguetes del año pasado que no sabemos como se montan. Pero en cuanto lo consiga, me han dicho que me convalidan una ingeniería. Yo este verano les monté a Pablo y a Jorge una nave Lego de Star Wars, y solo tardé una mañana. Y eso que en la caja ponía de 5 años en adelante.

Y los deberes del cole. No los que le ponen al niño. Los que te ponen a ti. En plan: “Mami, me ha dicho la profe que con este bote de Actimel y con esta bolita tengo que hacer un rey Baltasar”. Toma ya. Que ni MacGyver hombre. Pensé que me había tocado lo peor, pero luego una vecina me dijo que ella tenía que hacer la mula y pensé: “Vale, tú ganas”. (Os enseño cómo me quedó el Rey Baltasar. La cara es de fondant, yo siempre barriendo para casa. Y el resto es todo trampa, tramposa, que no sé ni coser un botón. Pero sí sé cortar y pegar)

Pero a pesar de todo, que queréis que os diga. Tener hijos es LO MEJOR que me ha pasado en la vida. Y últimamente no dejo de mirar los bebés ajenos con envidia y me entran ganas de encargar otro bollito. ¿Será grave doctor?

Mientras que lo pensáis, os dejo con un turrón que ha encantado a todo el mundo que lo ha probado. No ha habido unanimidad sobre si el mejor era el recubierto con chocolate blanco (mi favorito) o negro, vais a tener que probar las dos versiones. Para la decoración, he jugado con unos sellos de los que se usan para decorar tarjetas y demás. Son mi última obsesión, y los pongo por todas partes. Eso incluye brazos (solo quería ver como me quedaría un tatuaje), empanadillas, tortitas, y Perry Mason se escapó porque es muy rápido. En unos casos pongo el sello (de los transparentes) en la base del molde antes de verter el chocolate, para que el diseño se quede grabado en el turrón, y en otros, lo uso para estampar con colorante alimentario algún dibujo sobre el turrón ya desmoldado. Estoy probando a estampar chocolate sobre chocolate, para no tener que recurrir a colorantes, pero todavía estoy perfeccionando la técnica. Ya os contaré 🙂


Así cualquiera acaba con la colada
Así cualquiera acaba con la colada
En dos palabras: ñam, ñam!
En dos palabras: ñam, ñam!


Turrón pizarra
Turrón pizarra
Madre del amor hermoso, qué regalo más precioso!
Madre del amor hermoso, qué regalo más precioso!


Ya no te ajunto
Ya no te ajunto
Made in Spain
Made in Spain


{Turrón de chocolate Dulcey}

Preparación: 30 minutos (más tiempo de enfriado)

Cocción: 15 minutos

Raciones: 2 tabletas de turrón

Ingredientes

Para la cobertura:

      • 300 g chocolate blanco (negro, con leche) para fundir

Para el relleno de chocolate Dulcey:

      • 200 g chocolate Dulcey (también se llama chocolate rubio o dorado)
      • 150 ml de nata para montar (35% MG)
      • 50 g de mantequilla

Para el caramelo:

      • 200 g de azúcar
      • 100 ml de nata
      • 100 g de mantequilla
      • 1 pizca de sal

Para decorar:
– Sellos
– Colorante alimentario en gel

Preparación

  1. Preparamos el caramelo. Ponemos el azúcar en un cazo, a fuego medio. Cuando se haga un caramelo dorado, retiramos del fuego, y añadimos la nata y la mantequilla. Cuidado, porque el borboteo es bastante fuerte. Volvemos a llevar al fuego, añadimos una pizca de sal y cocinamos un minuto o dos, hasta obtener una crema suave y untuosa. Hay que tener en cuenta que cuando enfríe, se pondrá más sólida. (Si se solidifica el caramelo al añadir la nata, basta con llevar al fuego y remover hasta que se disuelva. Se puede evitar poniendo la nata caliente). Dejamos enfriar a temperatura ambiente
  2. Troceamos y fundimos 2/3 del chocolate para la cobertura del turrón. Podemos hacerlo al baño maría, o en el microondas, programando de 30 en 30 segundos y removiendo de cada vez. Retiramos del microondas antes de que esté disuelto completamente, y terminamos de fundir con el calor residual
  3. Vertemos el chocolate en el molde de turrón, lo movemos para cubrir bien todo el molde, y lo colocamos boca abajo sobre un bol para que escurra el chocolate sobrante. Con una espátula, retiramos el chocolate sobrante de los bordes del molde. Llevamos al frigorífico hasta que solidifique
  4. Mientras preparamos la crema de Dulcey. Ponemos la nata en el fuego, yllevamos a ebullición. Cuando hierva, retiramos del fuego, y añadimos el chocolate Dulcey troceado. Dejamos reposar 5 minutos, y removemos hasta que esté completamente disuelto. Añadimos la mantequilla y removemos hasta que se integre. Podemos volver a llevar a fuego suave si el calor residual es insuficiente para fundir el chocolate o la mantequilla. Dejamos enfriar a temperatura ambiente
  5. Sacamos el molde de turrón del frigorífico, y ponemos unas cucharadas de salsa de caramelo (ya a temperatura ambiente o fría). Volvemos a llevar al frigorífico
  6. Sacamos de nuevo el molde del frigorífico, y ponemos unas cucharadas de crema de Dulcey, sin llegar al borde. Volvemos a llevar al frigorífico, al menos durante un par de horas, para que esta capa solidifique
  7. Pasado este tiempo, fundimos el chocolate restante, y lo vertemos sobre la capa de crema de Dulcey. Llevamos al frigorífico hasta el momento de consumir, en que desmoldamos y servimos
  8. Podemos decorar el turrón poniendo un sello transparente en la base del molde, y vertiendo el chocolate encima, de esta manera quedará grabado. Para el turrón «No te ajunto» y «Made in Spain» he usado chocolate negro y este set de sellos. Para el turrón de chocolate blanco he usado este sello. Cuando usemos esta técnica evidentemente la capa base de cobertura del turrón debe ser más gruesa, para cubrir totalmente el sello. Al desmoldar, basta con retirar con cuidado el sello.
  9. Podemos usar un sello y colorantes alimentarios para estampar una imagen en el turrón. Podéis usar una esponja de maquillaje para impregnar el sello con la tinta, un pincel si tenéis mucha paciencia, o la mejor opción para mí usar una almohadilla sin entintar. Si no tenéis nada de esto, también puede usarse papel de cocina para entintar el sello, aunque los resultados son peores. Para el turrón «Hacer la colada» he usado este sello y colorante alimentario negro en gel. Para estampar chocolate os recomiendo usar sellos sencillos, porque tiene su dificultad. Haced siempre pruebas sobre papel antes de estampar el chocolate.
  10. Para el turrón «pizarra» he usado candy melts negro en lugar de chocolate blanco, colorante blanco en gel, un sello de Mr. Wonderful, y colorante en polvo aplicado con un pincel

NOTAS:

  • Con estas cantidades la crema del relleno no queda dura, sino bastante cremosa como se puede ver en las fotos. Esto puede hacer que al partir el turrón el relleno se salga, o se rompa la cobertura. Si queréis un relleno más sólido, en el caso del caramelo habría que poner menos nata, o más mantequilla, o cocinarlo más tiempo. En el caso de la crema Dulcey habría que poner más chocolate o menos nata. A mí me parece perfecto como está 🙂
  • Como moldes de turrón, he usado este y estos. Si no dispones de un molde similar, puedes cortar el lateral de un cartón de leche, y usarlo de molde
  • El chocolate Dulcey es un chocolate rubio o dorado de Valhrona, al parecer descubierto por error al dejar demasiado tiempo al baño maría un chocolate blanco. Es muy untuoso, y a mí me sabe a caramelo, aunque la mayoría de la gente dice que sabe a galleta. Puedes encontrarlo aquí por 9,90 € los 250 g (de ahí lo de «el turrón más caro del mundo». Si no dispones de él, puedes usar cualquier otro tipo de chocolate para hacer el turrón
  • Para un resultado más profesional, deberíamos templar el chocolate que recubre el turrón. De esta manera logramos que quede crujiente y brillante. En la página de Le Cordon Bleu explican cómo hacerlo. También puede hacerse un templado «casero» en el microondas, y que es el método que describo en la receta, pero no siempre me funciona como se puede ver por la falta de brillo en el turrón Ya no te ajunto. En la página de Barry lo explican más detalladamente
  • Si has preparado esta receta, y quieres enviarme una foto y tus comentarios para que los publique en el blog, por favor hazlo a través de este formulario .
  • Puedes seguir las novedades del blog a través de Facebook, o Twitter, o suscribiéndote aquí para recibir las recetas en tu mail